D. 4- La motivación en la evaluación artística de personas mayores.
Estuvimos indagando sobre la rúbrica y sus beneficios y desventajas. Hemos constatado que esta herramienta es ampliamente utilizada en el ámbito educativo gracias a su objetividad y por su posibilidad de hacer partícipes al alumnado de su propio aprendizaje.
Durante nuestras prácticas docentes, tuvimos la oportunidad de diseñar y aplicar una rúbrica, la cual a priori funcionó bien, a pesar de tener que hacer algún ajuste en función de la dinámica del aula. No obstante, observamos que aun con las ventajas que proporcionaba esta herramienta, muchos estudiantes no mostraban interés en la evaluación. Incluso recibiendo calificaciones altas y comprendiendo el por qué de estas, a ellos les sorprendía su nota ya que esperaban resultados más bajos. Para muchos de ellos, la posibilidad de repetir curso o de obtener bajas calificaciones no constituye un incentivo significativo, por lo que no es algo que les genere motivación.
Todo ello, unido con la baja autoestima que mostraban algunos alumnos durante las evaluaciones, nos hizo querer investigar sobre la necesidad de encontrar estrategias alternativas que fomentasen la motivación intrínseca en el aula, consiguiendo que la evaluación no fuese vista como simplemente una mediación de su desempeño, sino como una herramienta que impulse su experimentación y crecimiento personal.
Muchas personas mayores han expresado en mi período de prácticas que siempre habían deseado tener la oportunidad de desarrollar sus capacidades creativas mediante el aprendizaje de las técnicas y conceptos artísticos. Debido a sus circunstancias personales, muchos de ellos no han podido estudiar sobre esto hasta su jubilación, por lo que en muchas ocasiones no han experimentado con el arte hasta ahora. Esto hace que muchos de ellos quieran aprender las convenciones del arte figurativo, pero con el tiempo descubren nuevas formas de creación y reflexión que les ayuda a estar más motivados y comprometidos.
Uno de los principales desafíos presentes en la educación artística con personas mayores es superar la creencia de que las habilidades creativas son innatas y, por lo tanto, inalcanzables para quienes no han nacido con un “don” artístico. Este pensamiento se repite más de lo que nos gustaría en el aula, afectando en la motivación y autoestima del alumnado y haciéndoles sentir incrédulos cuando obtienen altas calificaciones durante la evaluación. Para abordar este problema, es fundamental adoptar una metodología basada en la motivación, la interdisciplinariedad y la empatía, donde el factor emocional obtenga un papel central. Ser capaces de hablar de sus intereses, tener empatía por sus circunstancias personales y su conciliación familiar, la cual suele estar muy presente y ser motivo de ausencia de muchos alumnos, es esencial en este tipo de contextos. Todo esto unido a una interacción bidireccional entre alumno-profesor que favorezca el aprendizaje mutuo y el desarrollo de un entorno educativo basado en la confianza y la colaboración, facilita el aprendizaje mutuo entre los alumnos y el miedo al error (Reyes & Maeso, 2005).
La percepción que los estudiantes tienen de sí mismos y del contexto influye en su actitud hacia el aprendizaje (Todt, 1982). Para estimular su interés, es importante adaptar estrategias pedagógicas a sus necesidades y expectativas, ofreciendo experiencias artísticas atractivas y accesibles. La introducción de materiales variados y la conexión con obras de artistas contemporáneos puede contribuir a despertar su curiosidad y enriquecer su comprensión del arte (Reyes & Maeso, 2005). Por ejemplo, en las clases actuales estamos viendo el encaje de bodegones al natural y están trabajando sobre caballete. Para muchos alumnos es la primera vez que dibujan de este modo y ver que sus otros compañeros tienen más soltura, le suele provocar pavor y miedo al error, entrando en un bucle de “yo no sé hacer esto”. En este caso, la alumna fue profesora de matemáticas de secundaria, por lo que estaba acostumbrada a escribir en pizarras sin apoyar la mano sobre el soporte, así que su profesor le enseñó cómo en la pizarra si era capaz de coger la tiza y lo comparó con el lápiz y el papel. La alumna, al volver a su sitio, se sintió con más confianza y soltura para hacer las líneas en el caballete. Intentar ajustar las experiencias que están viviendo ahora con sus anteriores vivencias es una gran manera de ayudar a fomentar la motivación y la autoestima.
Muchas veces, estos alumnos muestran unas “rutinas artísticas” y una rigidez que dificulta la enseñanza, ya que rechazan los consejos dados por el profesor. Con esto una vez más vemos la importancia de comprender sus aspiraciones, ajustándonos a sus necesidades y entendiendo que son personas adultas que están allí por voluntad propia. Esto no debe confundirse con someter nuestra intencionalidad pedagógica a sus intereses porque nadie “puede experimentar interés por aquello que no conoce” (Spravkin, 1998, p. 108).
La evaluación en la educación artística debe ir más allá de la simple medición de habilidades técnicas y centrarse en el fomento de la creatividad, la experimentación y la autoconfianza, sobre todo cuando hablamos de contextos como el mencionado anteriormente. Es imprescindible que la evaluación sea vista como un proceso y no una meta, para generar así ambientes de aprendizaje donde el alumnado se sienta motivado a explorar y desarrollar sus propias capacidades, sin miedo a equivocarse. A través de metodologías participativas, la evaluación puede convertirse en una herramienta poderosa para fortalecer el vínculo entre el estudiante, el arte y sí mismo, promoviendo un aprendizaje significativo y enriquecedor. Implementar cierres en el aula donde se realice una coevaluación desplegando los trabajos en una mesa para analizarlos en conjunto, ayuda a fomentar todo lo mencionado.
Bibliografía:
Reyes, M. & Maeso, F. (2005) El valor de la motivación en la Educación Artística con personas mayores. Arte, Individuo y Sociedad, 17(), 45-62.
https://www.redalyc.org/pdf/5135/513551273003.pdf
Spravkin, M. (1998) Enseñar plástica en la escuela: conceptos, supuestos y cuestiones.
Todt, E. (1982) La Motivación. Herder.
Figura 1. Bonazzi, D. (s.f.) Regando la imaginación. Davide Bonazzi.
https://www.davidebonazzi.com/
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